De finales de los sesenta a la mitad de los setenta más o menos, mamá le dió duro y parejo al tejido.
En casa siempre había agujas y algún sweater para estrenar. Si hago memoria, me veo estrenando uno amarillo huevo con “ochos” en el frente para un cumpleaños en Burzaco…
y por supuesto el maxi-chaleco a rayitas, fruto de todos los restitos de lanas que junto con los minishorts y las botas altas nos hacían sentir merecedoras de la tapa de la Revista Burda…
La silenciosa creación de las dos agujas solo era interrumpida por el tran tran! del carro de la Knittax y por la pelea para decidir a quien de las dos, a Clara o a mí, le tocaba poner los brazos y sostener la madeja para que mamá pudiera ovillar. Discusiones que se acabaron el día que mamá trajo a casa un aparato de cuatro brazos metálicos que se armaba sobre la mesa del comedor y que giraba como una parabólica en día de tormenta mientras armaba unos ovillos tan lindos que hasta daban lástima desarmarlos….
Mi tejido es mucho más simple.
No tiene ochos, ni colores estridentes y ya no hace falta comprar la parafina.
Mis hijos no son amantes de las bufandas tejidas y no lo veo a Edu con un sweater a rayas…. pero mis agujas tienen el poder de despertar recuerdos entrañables y mis madejas el arte de provocar las mismas quejas al momento de ovillarlas.
Si, en el tejido, como en muchas cosas en la vida, hay ciertas cosas que nunca cambian y qué bueno que asi sea…
Si tejo lo suficientemente rápido…cuenta como ejercicio aeróbico?”
~Autor Anónimo~
Quería bajar de peso a toda costa, aunque sea con las agujas!
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Cuamquier método cuenta…
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¡Gracias por compartir tan lindos recuerdos, Marce que despertaron los míos dormidos!
En casa era mi abuelita quien tejia y nos hacía rebequitas y chalecos de ensueño.
Aún guardo la última que le tejió a mi mamá hace 30 años. 😉
Besitos
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Qué lindo recuerdo, feliz de haberlo despertado!
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jejejeje con mis 37 añitos, hice todo lo que contas que hacia tu mama!! Incluido poner al santo de novio (ahora marido asi que mira si sera santo!!) con las manitos para ovillar, porque a diferencia de tu mama, a mi el ovillador no me funciono muy bien, amo tejer con lanas gordas y el ovillador me las enredaba en la polea al ser tan gruesas!! jejejeje
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Viste? todo vuelve…hasta los ovillos de lana!!
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Ja ja ja ja yo me pregunto lo mismo! Con lo que estoy tejiendo debería tener un físico envidiable. ..me parece que la respuesta es :No. ..no cuenta.
Tejiendo con estopa? Que estarás pergeñado!
Abrazos linda!
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jajajaja!! me pinchaste el globo entonces!!
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Me hiciste recordar aquellas tardes de tímida luz de otoño, o tibia calidez de principios de primavera, cuando por la tarde volvía del colegio y encontraba a mi madre,a mi tía y a mi abuela tejiendo. Y volver a sentir la calidez de aquellos rayos, los del sol y los de sus sonrisas, las de sus besos, incluso puedo verlas inclinándose hacia mí, apretando las agujas contra su pecho para no perder los puntos de su labor. Parece mentira que un mundo tan pequeño, como el de unos ovillos en un cesto, pudieran evocar un torrente de emociones tan intenso y tan bello. Y no sé si podrá considerarse aeróbico, pero qué hermosas dejóo -para mí- aquellas manos que tejieron mi infancia. Gracias infinitas, Marce. por tejer estos recuerdos para mí.
Abrazotes gordotes.
En honor a aquellas tardes creo que hoy, además de mi lactocafeinado, va a caer un buen trozo de pan con chocolate… Ya lo creo que sí…
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la agradecida soy siempre yo, Margarita!
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Nuestras madres también nos tejían sin parar chalecos de todos los colores. ¿Dónde estarán? Seguro que no tenían ni una sola de las temidas bolitas que inundan ahora las prendas de punto, al poco de estrenarlas… Preciosos recuerdos traídos de tu mano, Marcela. ¡Gracias!
Besos mil de las dos
J&Y
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Ayyyy las bolitas de la lana!!! qué odiosas son! esos chalecos a rayas serian top hoy!!!
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Gracias por compartir esos recuerdos porque ellos me han traido los mios, muy parecidos con mi abuela. Ella me enseño lo poco que aprendí y que seguro algún día retomare, hoy no tengo la paciencia necesaria.
Besitos
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Hola Victoria, comenzá con algo muy simple, es como andar en bicicleta: cuesta al principio y después no te querés bajar!
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Como siempre Marce, emotiva en los recuerdos y me transportan a los mios!!! Ahora me copo con el crochet a ver si me recuerda mi hija de esa forma. Beso enorme
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Estoy segura que si!
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Todavía mis hijas, yo y mis nietos usamos cosas tejidas por mi abuela, mi mamá y mis tias que nunca pararon de tejer y me las imagino reunidas charlando y dándole a las agujas, mi abuela hasta tejia medias con 4 agujitas, allá donde estén.Gracias por el recuerdo Marce, pero aclaro que en mis épocas de madre de niñitas he tejido los famosos sweaters de la boutique de Para Ti, metiendo los 4 talles en una aguja mientras miraba la tele.- Bsssssss
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No me esperaba menos de vos Cristi!!!
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Ja,ja también teníamos unos jerséis de rayitas con restos de hilos.
Por supuesto que nuestros brazos también actuaban de soporte para las madejas agrrr.
Besos de las dos
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No se salvaba nadie de las rayas recicladas!! jajaja
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Que preciosa historia familiar Marcela!!! me ha gustado mucho!!! mi madre también tejia y también habia agujas por todas partes, me ha traido grandes recuerdos tu historia, gracias!!!
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Yo creo que todas tuvimos una mamá o una buela tejedora, por suerte
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jajaja…nunca se sabe Marcela, igual sí. Qué bonitos recuerdos,gracias por compartir. Besos y feliz fin de semana!
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Gracias a vos!
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Marcela un relato similar, cuando tejí la colcha utilicé muchos de los recortes que utilizaron mí madre, mí tía y mí abuela, trocitos de recuerdos y de historias.
Tuvimos suerte de tener tal herencia.
BESOS.
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Fué la mejor herencia que pudimos recibir: los tiernos recuerdos
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Siempre me gustaron las agujas y tejer, desde bien pequeña les hacía a mis muñecas vestiditos de punto hechos con los restos de los ovillos de mi madre, a la que también ayudaba a formarlos con mis brazos!!! Aynsss cuantos recuerdos me has traído Marce…. Besos y feliz finde 😉
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Yo comencé cuando era más grande, creo, pero lo bueno es que aprendimos no es cierto?
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